El abandono de las zonas rurales se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de nuestra sociedad y su solución en uno de los grandes retos. El estancamiento y la despoblación de ciertas comunidades o regiones refleja la necesidad de implementar nuevos modelos que ayuden a impulsar los entornos rurales.
Según datos del Banco Mundial, el 55,7% de la humanidad vive en un entorno urbano, y esta cifra se incrementa cada año. El caso de España es más preocupante aún y la situación se ha vuelto más compleja aún, pues alcanza hasta un 81% la población que reside en zonas urbanas.
Estas cifras muestran una realidad creciente: la progresiva concentración humana en las ciudades y la despoblación de las áreas rurales. Esta tendencia demográfica se retroalimenta y está propiciando una disminución en la calidad de vida de quienes permanecen en las zonas rurales, que cada vez cuentan con un número menor de servicios básicos de calidad, como la sanidad, el transporte o la educación, y de oportunidades profesionales que les permitan desarrollarse.
¿Cómo podemos revertir los efectos de la despoblación?
La tecnología puede ser una gran herramienta a la hora de propiciar una revitalización de estas zonas más despobladas. Avances como la robótica, la inteligencia artificial, el 5G y el Internet son herramientas que permitirían ampliar la red de trabajo y servicios y deslocalizar los trabajadores del puesto físico de trabajo. Podría atraer a trabajadores que puedan desarrollar sus actividades de manera telemática y que prefieran entornos más relajados y saludables que no se suelen encontrar en zonas urbanas.
Por otro lado, si algo nos ha demostrado la historia es la capacidad del sector industrial para revitalizar e impulsar áreas geográficas y ser fuente de atracción de trabajadores. Como generadora de empleo y riqueza, la industria destaca por su capacidad a la hora de favorecer la cohesión territorial.
Además, no hay que dejar de lado que nos encontramos en un momento en el que tenemos más información que nunca lo que nos permite tener un conocimiento más extenso y sofisticado sobre el urbanismo y los cambios territoriales. Y, a su vez, detectar oportunidades y prever futuros escenarios y necesidades.
Disfrutar de un equilibrio demográfico es uno de los principales retos a los que se enfrentan las sociedades modernas. Son muchos los factores a tener en cuenta en esta compleja fórmula, que se deberá solucionar para evitar que se origine un país fracturado social y económicamente.